“La forma del agua”, la magia fílmica de Guillermo del Toro

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Debe ser que los cuentos habían estado sobrevalorados en la industria fílmica hasta que Guillermo del Toro llegó para darles otra resignificación. Aunque ya habíamos disfrutados de su romanticismo oscuro en “La Cumbre Escarlata”, es con “La forma del agua” que el director entrega una pieza bellísima de principio a fin, desde la cinematografía hasta la música. Empodera a su idílico cuento de una manera única que no nos queda otra cosa que hacer a los espectadores que entregarnos por completo a la pasión que emanan todos y cada uno de sus personajes.

Para Guillermo del Toro, una princesa no es aquella rubia de cintura minúscula esperando que un príncipe la salve, y el gallardo caballero no es el esculpido Adán con manzana integrada, su percepción de la belleza humana va más allá. Aquí sus protagonistas son una mujer madura y muda (Sally Hawkins) que vive sus días como empleada del aseo en una compañía de investigación y un anfibio (Doug Jones) cuya imagen es terriblemente hermosa, pero que el lenguaje que juntos que generan se vuelve tan universal que simplemente nos llega al corazón.

Pero ahí no terminan las aristas que Del Toro plantea en su filme, que aunque podrían parecer indirectas son muy claras en el contexto en el que plantea su trama, en el desarrollo de la Guerra Fría, entrando a la década de los 60. El jalisciense captura toda la esencia del cine de esa época, los encuadres, las gesticulaciones, los sonidos, los efectos… un engranaje perfecto. El espectador sentirá –literalmente– que la humedad está presente, con un calor escondido, una sudoración en las palmas de las manos, una súbita emoción por descubrir que es lo que va a pasar, pues la cinta también toca el thriller, la fantasía y hasta el juego de la mafia.

Los personajes de reparto también tienen vida propia, tiene sus objetivos muy identificados, son tan imperfectos como los protagonistas y eso es genial vivir y revisar en el cine actual. “Elisa” (Hawkins) tiene a “Zelda Fuller” (Octavia Spencer) como su mejor amiga, una afroamericana que la arropa como si fuera su madre y cuyo rol tiene las mejores frases en la película, del otro lado, el mejor amigo de nuestra princesa sin voz es un hombre de mediana edad homosexual –“Giles”– (Richard Jenkins) que ha dejado que los años le pasen encima, pero que encuentra un significado cuando tiene que ser parte del momento álgido de la trama. Sí, Del Toro también nos ofrece un cuento donde se habla de racismo e intolerancia de un Estados Unidos conservador de los 60.

Qué decir del villano de este cuento, “Richard Strickland”, (Michael Shannon) donde justamente se refrenda esta premisa de Del Toro en su historia, el hombre blanco heterosexual que busca tener resuelto todo, pero que no es malo porque sí, más bien su mundo se ha desarrollado de estereotipos y conductas sociales “correctas” que no conoce otro mundo más que el espacio en el que vive y aun así también es vulnerable.

Vayan al cine y disfruten a manos llenas de “La forma del agua”, el tono de la cinematografía es hermosísima, los actores están esplendidos y los diálogos son muy buenos. La magia existe y su creador se llama Guillermo del Toro.

  • Imágenes, cortesía 20th Century Fox 

 

 

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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