La música, el espíritu rebelde y la energía desbordante de los años setenta regresan a la pantalla grande con “Autos, Mota y Rocanrol”, la más reciente película de José Manuel Cravioto, estrenada este 11 de septiembre en cines de todo México bajo el sello de Cinépolis Distribución. La cinta revive, con humor y una mirada crítica, el mítico Festival de Avándaro de 1971, conocido como el “Woodstock mexicano”, un evento que pasó de ser un pequeño concierto y una carrera de autos a convertirse en el festival de rock más grande en la historia del país.
La película, protagonizada por Alejandro Speitzer y Emiliano Zurita —quien ganó el premio a Mejor Interpretación en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara 2025 (FICG) por su papel de “Justino”—, también cuenta con un sólido elenco donde destacan Gabriel Angulo y Manuel Calderón. Ambos actores compartieron con Rosa Distrito su experiencia de dar vida a personajes que reflejan el caos, la efervescencia y la contracultura que definieron a toda una generación.
Personajes nacidos del archivo y la memoria
Para Gabriel Angulo, interpretar a “Neto Valls” fue todo un reto creativo y personal. Su personaje, descrito como entrañable y hilarante, surgió a partir de referencias históricas y de una intensa búsqueda actoral. “Neto Valls es el representante de Javier Bátiz ‘El Brujo’. Yo cuando lo busqué no daba y no daba, pero después me enteré que sí existió”, recordó el actor. “Al final no importaba, porque la chamba estaba en irle buscando, inspirarme en fotos de la época, en posturas, en la forma de caminar de la gente. Hasta pedí referencias a mi papá, que actuaba en teatro en los setenta, y eso me ayudó mucho. Fue un viaje en el tiempo muy chido”.
Por su parte, Manuel Calderón interpreta a “Manu”, un personaje que condensa el espíritu fiestero y misterioso del festival. “Yo creo que el personaje justo tenía que tener una atmósfera de misterio, pero también de diversión. Y trabajarlo desde esa perspectiva fue la forma en la que me aproximé”, explicó. Aunque “Manu” no se inspira en una sola figura, sí toma elementos de un asistente real al festival. “Se basa en un cuate que claramente estaba drogadísimo, bailando envuelto en la bandera de Estados Unidos con un gafete de seguridad. Es de esos personajes que grabas en un festival porque llaman la atención”.
Recrear la época

Uno de los mayores aciertos de “Autos, Mota y Rocanrol” es su apuesta estética: fue filmada en 16mm y Súper 8mm, combinando imágenes de ficción con material de archivo de la Filmoteca de la UNAM. Esta mezcla transportó a los actores a otra época y les facilitó la interpretación.
“Ya que te visten y te hacen todo el look setentero, no tienes que imaginar nada. Solito el personaje sale”, contó Angulo. “El vestuario y maquillaje eran ropa real de los 70s, todo vintage, y eso te metía de lleno. Estar en el set era un viaje en el tiempo”.
Calderón coincidió en que la ambientación fue fundamental: “El escenario estaba montado, la comuna hippie de figurantes estaba vestida maravillosamente, y aunque no estaban en acción, solo verlos platicar ya te hacía sentir en otro lugar. Era mágico”.
Subtextos sociales: represión, contracultura y amistad
La película no solo revive el festival de Avándaro como espectáculo musical, sino también como reflejo de la represión y el conservadurismo que marcaban la época. “En 1971 la militarización estaba en todos lados, había una represión política durísima y muchas cosas que no podías decir ni pensar. De repente llega un festival de rock y se convierte en símbolo de marihuana, orgía y caos. Claro que la gente conservadora reaccionó así”, apuntó Calderón.
Para los actores, esta tensión sigue teniendo eco en el presente. “Es un tema que sigue vivo, porque nos seguimos topando con esa repetición de patrones en la historia”, agregó el actor, subrayando que la película también habla de amistad, ingenuidad y la importancia de atreverse. “Imagínate: dos chavillos que querían hacer un negocio y se les salió de las manos, pero terminó siendo un hito cultural. A veces tenemos que abrazar esa imprudencia para que las cosas se hagan”.
Una apuesta narrativa distinta
“Autos, Mota y Rocanrol” combina elementos de la ficción con un falso documental, un recurso poco explorado en el cine mexicano. Para Angulo, este estilo le da frescura a la propuesta: “Es chido involucrar a la gente, voltear a la cámara y compartir lo que piensas y sientes. Eso le da otra dimensión a la comedia y refresca el género”.
Calderón complementó: “La narrativa cambia porque mezcla documental real con ficción. Para mí fue mágico. Grabamos en 35mm y en digital, repitiendo cada toma, lo cual fue un reto técnico enorme. Pero ese riesgo de Cravioto le da fuerza a la película”.
Proyectos en puerta
Tanto Angulo como Calderón continúan explorando nuevos caminos creativos. Calderón lanzó recientemente la microserie web “Actors Life”, disponible en redes sociales, mientras que Angulo se encuentra desarrollando varios proyectos de guion, además de trabajo conjunto con Sebastián Zurita y otros realizadores.
Con “Autos, Mota y Rocanrol”, ambos actores suman una experiencia que no solo los transportó a una época emblemática, sino que también los conectó con los ideales de libertad, música y rebeldía que marcaron al Festival de Avándaro. “Fue un viaje en el tiempo muy chido”, concluyó Angulo. Y, como subrayó Calderón, “al final, de eso se trata: de atreverse, aunque el resultado sea caótico, porque a veces de ahí nacen los hitos culturales que cambian la historia”.