Ya son dos los episodios disponibles en HBO Max desde que “IT: Bienvenidos a Derry” estrenó el pasado 26 de octubre, y con ellos llega nuevamente esa sensación de inquietud que solo Stephen King sabe provocar. La nueva serie, ambientada en 1962, se adentra en la historia del pueblo donde todo comenzó, revelando los orígenes del terrorífico “Pennywise” y los horrores que han perseguido a Derry generación tras generación.
La historia arranca con “Teddy”, “Phil”, “Lilly” y “Ronnie”, un grupo de adolescentes que intenta comprender por qué su mejor amigo desapareció en la ciudad. Mientras ellos tratan de seguir las pistas de un misterio que parece demasiado grande para sus manos pequeñas, el “Mayor Leroy Hanlon” llega a la Base Aérea de Derry enfrentándose a una hostilidad que también parece esconder algo más profundo. Y es aquí donde la serie deja claro que el mal no sólo habita en las alcantarillas.
Desde sus primeros minutos, la serie engancha. No hay rodeos ni promesas a futuro: el terror llega pronto, directo y sin sutilezas. El director no se toca el corazón para enfrentarnos a lo inevitable. Cuando comenzamos a sentir empatía con ciertos niños —convencidos de que serán los héroes de esta historia—, eso aparece, recordándonos que en Derry la inocencia no es garantía de supervivencia. La desesperanza y la impotencia que deja cada una de estas muertes no es gratuita: es parte del entretenimiento, un recordatorio cruel pero efectivo de que aquí nadie está a salvo. Y funciona.
El elenco infantil es, sin duda, uno de los pilares más fuertes de la serie. Las niñas y los niños que protagonizan la historia brillan con una naturalidad que sorprende. Sus miradas, sus expresiones, la forma en que sus cuerpos reaccionan al miedo… todo se siente real, cercano, vulnerable. Es fácil conectar con ellos, y quizá por eso duele más ver cómo la oscuridad los alcanza.
La atmósfera también es impecable. La recreación de los años 60 está cuidada hasta el mínimo detalle: vestuario, escenografía, paleta de color y ambientación sonora. Hay algo profundamente inquietante en esa nostalgia visual, como si el tiempo mismo estuviera atrapado en Derry junto con sus fantasmas.
A nivel narrativo, además de la construcción del mito de “Pennywise”, la serie se sumerge en temas que la vuelven más contundente y humana: violencia doméstica, racismo, corrupción e impunidad. Aquí, lo sobrenatural no es el único monstruo; también lo es la gente común. La maldad habita en lo cotidiano, y eso es lo que realmente estremece: no todo lo aterrador necesita colmillos o globos rojos.
Y sí, es imposible no detectar ciertos guiños a “Stranger Things”: niños desaparecidos, misterio sobrenatural y una investigación paralela dentro de instalaciones militares. Pero en “Bienvenidos a Derry”, el terror es más crudo, más psicológico, más desesperanzador. No hay luz al final del túnel.
Con ocho capítulos en total, estrenándose cada domingo hasta el 14 de diciembre, la serie promete expandir el universo creado por Stephen King y profundizar la visión cinematográfica que Andy Muschietti desarrolló en sus dos películas. Muschietti, junto a Barbara Muschietti y Jason Fuchs, conserva aquí la esencia más cruel y fascinante de la historia original.
“IT: Bienvenidos a Derry” no sólo revive a “Pennywise”, también regresa esa sensación de inquietud que nos acompaña incluso después de apagar la pantalla. Esa idea de que el terror puede estar en cualquier parte. Que puede estar mirando. Que puede estar esperando.