La nueva cinta animada de Los Pitufos es una aventura luminosa, colorida y, sobre todo, muy entrañable. Bajo una narrativa que privilegia el entretenimiento infantil, esta entrega no olvida a quienes buscan una historia con fondo emocional: aquí se habla de identidad, de propósito, de encontrarse a uno mismo… y lo hace de forma sutil y divertida.
La trama arranca cuando Papá Pitufo, con la voz de John Goodman (para el público americano), es secuestrado misteriosamente por los temibles magos Razamel y Gargamel. Pitufina, ahora con una energía más decidida que nunca y con la voz de Rihanna, lidera una misión que los lleva al mundo real, donde junto a nuevos aliados descubrirán lo que realmente define su destino… y el del universo entero.
Aunque el público objetivo es claramente el infantil, la película tiene momentos que conquistan a los adultos, especialmente por su humor ligero y por una reflexión importante: no hay que apresurarse por encontrar tu lugar en el mundo; a veces, brillar toma tiempo, y está bien.
En el doblaje para México hay participaciones que merecen aplauso. Ximena Sariñana da voz a una pitufa francesa que es una sofisticada agente secreta —y su personaje es tan elegante como divertido—, mientras que Jerry Velázquez se luce como Sin Nombre, un pitufo que no tiene un propósito claro en la aldea, pero que a lo largo del viaje se convierte en el verdadero corazón de la historia.
En entrevista con Rosa Distrito, Jerry compartió: “Es muy fácil identificarse con este personaje, tanto como hombre gay como artista independiente que está definiendo la identidad de su proyecto”. Y esa autenticidad se siente en cada línea que interpreta.
La crítica internacional ha sido cálida con esta nueva entrega. Destacan su estilo visual más pulido y detallado que en entregas anteriores, así como el enfoque más emocional que apuesta por la empatía. Medios como Screen Rant y The Wrap la describen como “una aventura modesta, pero con alma”, que “encuentra su magia en los pequeños detalles y personajes entrañables”.
Los Pitufos regresan no solo a divertir, sino a recordarnos que ser diferentes, estar en proceso, o no saber exactamente quién eres, también es parte del viaje.