5 MINUTOS DE FAMA: Georgina García Solís

Hace 19 años, Georgina García Solís comenzó su caminar en los medios de comunicación. Aunque de niña una grabadora de casete la hacía soñar con su propio programa de radio tomando una antena como micrófono, la pasión de Gina se volcó directamente a las tintas de los periódicos, en los que las coberturas deportivas le mostraron los alcances de lo que puede ser el periodismo crítico y social cuando hay un balón o una pista de tartán de por medio.

Antes de plantarse en las canchas de futbol, Gina descubrió las funciones del reportero dando sus primeros pasos en los espectáculos y la cultura, pero con la invitación de migrar a las disciplinas deportivas, reforzó esa compromiso con la nota diaria escudriñando más allá de los marcadores oficiales para buscar historias y enfoques desde el análisis político y los fenómenos sociales.

Su transitar no fue fácil, episodios de misoginia y machismo se hicieron presentes en las ruedas de prensa y aunque un reconocido director técnico, literalmente, la mandó “a la cocina”, Gina optó por no bajar la guardia para seguir haciendo lo que mejor sabe hacer: preguntar, aunque eso incomode de vez en cuando.

PD: Gina, muchas gracias por tu tiempo. Cualquiera que charle contigo, tendrá nuevas enseñanzas sobre cómo es el periodismo en la calle. ¡Te queremos!

Cortesía.

¿Cómo fue tu primer acercamiento a medios de comunicación?

Inicié como practicante en el año 2000. Siempre tuve claro que mi servicio social y prácticas profesionales tenían que ser en medios, no me importaba que me pusieran a archivar, yo quería ver al menos cómo funcionaba. El servicio social fue en Radio Universidad haciendo producción y guiones de noticias y ayudaba en cabina a escribir las llamadas, pero lo mío era la prensa escrita, era lo que me apasionaba. Busqué a diversos medios, pero me dijeron que ninguno tenía espacio para practicantes, hasta que en el periódico El Occidental me dijeron que fuera para ver qué podíamos hacer.

Llegué junto a mi compañera Teresa Hernández (EPD) y nos dijeron que si bien no tenían un programa para practicantes, espectáculos necesitaba personal, pero en ese momento no había recursos para contrataciones, le plantarían a la editora cubrir esas vacantes con nosotras como practicantes. Estaba Mireya Espinosa y el reportero era Héctor Contreras y desde el primer día empecé a reportear, ellos tuvieron la paciencia de explicarme cómo funcionaba el periódico. Tere y yo acompañábamos a Héctor para saber cómo eran las ruedas de prensa y nuestra primera asignación fue una obra de teatro. Entre Tere y yo tomábamos las fotos y escribíamos, nos rolaban esas funciones.

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Siendo niña ¿en qué soñabas trabajar?

Mi mamá es adicta a las noticias, creo que por eso tengo fascinación por el periodismo. Mi mamá se levantaba a las seis de la mañana, prendía el radio y desde entonces escuchaba noticias todo el día, dormía escuchando noticias, escuchando a Jorge Águila o “Chimely dice”, referentes de la vieja guardia del periodismo de Guadalajara. Yo jugaba con una grabadora de casete, apretaba los botones y con la antena imaginaba que era mi micrófono, hacía mis programas.

En los periódicos veía los nombres de los reporteros y pensaba que era muy bonito que pusieran tu crédito en una nota y cuando entré a El Occidental le preguntaba a Héctor Contreras qué sentía al ver su nombre en una nota, eso me ilusionaba.

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Desde que estuviste en prácticas profesionales ¿Cómo cambió tu panorama sobre los reporteros?

Llámenme ilusa, pero cuando era practicante y no tenía que ir los domingos a El Occidental, alguna vez pasé por el periódico y pensé que sería padre ir a trabajar los domingos, mi ilusión era demasiada, ahora no lo creo, pero me emocionaba trabajar de lleno. No me asustaban los horarios de los reporteros.

¿Cómo migraste a las coberturas deportivas?

Mireya y Héctor recibieron la propuesta de irse a Mural y nos dicen que posiblemente Tere y yo podíamos quedarnos en espectáculos, pero el entonces director editorial tenía otra idea para ocupar otras vacantes en el periódico El ESTO de deportes y en El Sol de Guadalajara. El director preguntó que a cuál de nosotras nos gustaba los deportes y se fijó en mí. Cuando estudié Comunicación lo hice pensando en ser reportera de deportes.

Me fui al ESTO porque desde niña me gustaba ver los Olímpicos, los mundiales y no me costó trabajo iniciar en esa fuente, era lo que quería y llegó sin que lo pidiera. Me tocó una etapa bonita antes de que llegaran al mercado periódicos como Récord o Mural tuviera una sección fuerte como Cancha.

Lo que reinaba en el periodismo deportivo era el ESTO, cuando llegabas a los entrenamientos veías a los jugadores con el ESTO bajo el brazo, pero también me tocó el declive del periódico. A los dos o tres años llegó Récord y le dio un giro completo a las coberturas deportivas, le daban más importancia al diseño, al color y a las notas más de farándula, al escándalo y el ESTO no se modernizó y pierde totalmente al mercado.

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¿Cómo era ser mujer en las coberturas deportivas en ese tiempo?

Después de seis años en El ESTO me fui a la Jornada Jalisco y trabajé tres años más en deportes. Estuve 10 años en las coberturas deportivas y me topé con misoginia y comentarios desagradables, tanto de los compañeros reporteros y entrenadores. Muchas cosas no te las decían de frente, pero yo escuchaba cómo se expresaban de otras compañeras.

Algo fuerte que me pasó fue con Ricardo La Volpe, cuando era entrenador del Atlas y en dos ocasiones terminó las ruedas de prensa enojado por preguntas que yo hacía, eran rabietas, explotaba, se me ponía en frente y me decía: “a la cocina”.

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¿Tú qué hacías cuando pasaba eso?

Me quedaba callada. Creo que en esas circunstancias lo mejor que hice fue quedarme callada, dejar que él se exhibiera, después quedó demostrado que él sí era una persona misógina por el proceso penal que enfrentó por acoso sexual. ¿Yo qué podía responder ante eso? Era ponerme a su nivel. Todos mis compañeros se quedaban callados, no metían las manos y después me preguntaban que por qué no me defendía, que yo era brava para preguntar y no para defenderme. Yo no quería bajarme a su nivel por un pleito sin sentido, yo tenía el derecho a preguntar y él su derecho hasta donde responder.

¿Qué buscabas en las coberturas deportivas?

Me gustaba ver el deporte no solo como notas de resultado o la crónica de lo que ocurría adentro de la cancha o las pistas, siempre lo he visto como un fenómeno social, ver los conflictos que eran extra cancha y que impactaban en el resultado, quizá por eso no gustaban mis preguntas.

En deportes, hay a quienes les gusta hacer ese periodismo, la cobertura que solo se limita a dar un resultado y a decir lo que pasa en la cancha, pero hay más cosas que lo hacen un fenómeno social, desde el fanatismo, violencia en ocasiones, conflictos o malos manejos de directivos.

Mis preguntas eran sobre lo qué pasaba afuera de la cancha, eso me llevó a otras situaciones incómodas con otros personajes. Yo investigaba más allá de lo oficial, en el CODE investigué casos como la muerte de una judoca que tenía 16 ó 17 años y murió por un paro cardiaco. La autopsia dejaba entrever que posiblemente falleció por una dieta excesiva para que ella mantuviera su peso y poder competir.

Había testimonios que confirmaban eso, sus padres decían eso y les di voz. Voltear a ver este tipo de casos me confrontaba un poco con otros medios que aplaudían todo lo que hacía el CODE, que no dejaba de ser destacado, pero también había entrenadores que se veían orillados a exigirles a los deportistas más allá de un resultado para no perder un apoyo o una beca y eso había que exponerlo.

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¿Sentías que se valoraba tu trabajo abordando esos temas?

Me tocó esa etapa de la Jornada Jalisco que tenía una línea editorial muy abierta y crítica, y yo desde deportes me llevaba portadas, es de las cosas que más valoro, porque era un periódico más enfocado a política y también apostaba por portadas deportivas con un enfoque duro, eso me animaba a seguir buscando esas historias.

¿Cómo fue tu transición a la nota más política?

Fue en la Jornada Jalisco, me preguntaron si me gustaría cubrir política. Yo no lo había pensado, pero fue algo que me ilusionó, pensé que era momento de explorar otras cosas, me sentía segura para ello.

Ese brincó se dio cuando venían los Juegos Panamericanos de Guadalajara con toda la grilla que estaba por lo que se invertiría y yo traía ese tema desde deportes y comencé a meterme a las coberturas de Gobierno del Estado a finales de 2010. Seguí investigando lo qué pasaba detrás de Juegos Panamericanos y lo posterior a ellos, no fue un cambio brusco, pero tampoco fácil, yo tenía mis enfoques y los editores me las rechazaban.

¿Te frustraste o arrepentiste de cambiar de fuente?

Una vez fui a entrevistar al entonces secretario de Finanzas y me dijo que había un subejercicio de recursos, pero yo me fui con la estructura de mi entrevista, con mi tema, y cuando ven mi nota me dicen que no estaba viendo la verdadera nota, me comenzaron a explicar los términos, a familiarizarme con eso, a encontrar la nota política porque ya me tocaba seguir a Gobierno del Estado, con Emilio González Márquez y secretarías.

¿Regresarías a la cobertura deportiva?

No, son ciclos que se cierran. Deportes fue una etapa muy bonita, la disfruté mucho, pero ya lo cerré. Cubrí desde deporte amateur, automovilismo, golf, Chivas, Atlas, la Selección Mexicana, quizá me quedé con las ganas de cubrir Juegos Olímpicos.

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¿Por qué saliste de la Jornada Jalisco?

Renuncié en esa transición del medio crítico al oficialista. Fue en 2013 cuando empezó a cambiar la línea editorial, ya no me sentía a gusto, me acostumbraron a ser una reportera crítica y de pronto estaban mal tus notas y preferían meter un boletín, no me decían que lo qué íbamos hacer, era autocensurarme.

Yo quería tomarme un tiempo, pero me invitaron a “Zona 3” en radio, acepté, pero siempre he creído que soy reportera de prensa escrita, me cuesta mucho hablar en público, pero acepté el reto cubriendo al Ayuntamiento de Guadalajara, pero no duré mucho ahí.

Después llevé currículum a Canal 44 y acababa de llegar Gabriel Torres a la dirección, estaban en cambio de programación y contenidos y al tiempo me ofrecen la vacante en producción. Yo sería la productora general de contenidos de noticias de Canal 44, estaría a cargo de tres noticieros y acepté.

Pero mi alma es estar en la calle, no 12 horas en una oficina y a los tres meses presenté mi renuncia, no estaba feliz. Me decían que ya lo notaban, que me veían estresada. Me disculpé por no responder, pero me pidieron que no me fuera, que me quedara como reportera y volví aceptar como reportera de televisión.

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¿Consideras que perteneces una generación de periodismo?

Cuando inicié había una vieja escuela con la que nunca creí que me iban a relacionar, pero ahora veo a muchos chavitos y pienso que ellos creen que soy de la vieja escuela. Creo que estoy en el intermedio, por una parte en la generación que ahora todo lo ve a través de las redes, pero también en a esa escuela a la que le tocó la transición a lo digital. Me tocó ver eso en El Occidental, de las computadoras de pantalla negra y letras verdes a computadoras con internet, me tocó la fotografía de rollo a las cámaras digitales, vi la desaparición de los laboratorios de fotografía.

Hay reporteros que son muy mediáticos en redes sociales y otros que manejan un perfil más discreto ¿Cómo te consideras?

Yo prefiero el bajo perfil. Estudié la maestría en Periodismo Digital y ahí nos abren el panorama de convertirte en tu propia marca, ser tu medio, serlo para los usuarios de las redes. Pero mi formación fue totalmente tradicional, en la que el periodista no tenía que ser la nota ni el juzgador, sino mantenerte en la media de lo posible en lo objetivo, en una posición neutral y sí creo en ese periodismo.

No es que no te involucres en los temas, soy creyente de ese periodismo que intenta ser objetivo, quizá no existe la objetividad pura, pero sí en internarlo, que plasmes todas las partes de una noticia para que el lector o el televidente forme su propio criterio.

Me parece que a veces distorsionamos el generar una opinión, al señalar continuamente todo lo que está mal sin ver lo que uno hace. Uno se vuelve justiciero de las redes sociales y hay un dicho que dice ‘que para tener la lengua larga, hay que tener la cola muy corta’.

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Norma Gutiérrez

Desde 2009 soy reportera. Soy dramática por gusto propio y le doy vueltas hasta el cansancio a cada problema.

RosaDistrito

En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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