“A stormy night” no es un insípido y predecible melodrama romántico

En cuanto transcurren los primeros minutos de “A stormy night”, ópera prima del joven catalán David Moragas, sabemos que no estamos frente a otro insípido y predecible melodrama romántico.

Cada detalle, desde la bella fotografía en blanco y negro, hasta la claustrofóbica tensión entre los personajes principales, nos envuelve como la luz de una vela, en la intimidad del apartamento neoyorquino en el que se encuentran aleatoriamente varados nuestros antagónicos protagonistas.

“Alan” (Jacob Perkins), es un dedicado programador estadounidense que trabaja desarrollando una app para encuentros sociales de chicos gay llamada “Wetopia”. Ésta, consiste en ubicar y marcar lugares de concurrencia “común”, como cines, museos o galerías de arte, para que otros chicos de la comunidad puedan asistir y convivir de forma segura y relajada, bajo argumentos como: “¿Has pensado en cómo sería si nosotros fuésemos la norma? ¿Cómo sería al asistir a algún lugar, donde nosotros no fuésemos la minoría?”.

Esto, a suma de su personalidad conservadora, que aspira al ideal de integración sociocultural del colectivo LGBT+, despierta un apasionado debate cuando se encuentra alojando inesperadamente a Marcos (David Moragas), nuestro coprotagonista. Un joven y apuesto periodista español que se encuentra camino a un festival de cine, donde se estrenará su primer filme (un documental sobre pornografía gay), y cuyo vuelo se ve repentinamente cancelado a causa de una violenta tormenta prevista para esa noche.

Esa tarde transcurre entre diversas confrontaciones, que van desde las oposiciones culturales más elementales, hasta el cuestionamiento de grandes paradigmas como la validez de la monogamia y el amor romántico, la lucha de clases, y el propósito y posibles consecuencias de la integración (o no), de la comunidad LGBTTT+ a los cánones de la heteronormatividad.

Un encierro aleatorio e inesperado que los hace confrontar (y cuestionar) sus diferencias ideológicas, culturales y morales. Un juego perfecto de oposiciones, casi matemáticas, plagado de sutiles guiños a la filmografía temprana de Roman Polanski, con un toque del humor clásico de Woody Allen y algo (mucho menos sutil), del cuestionamiento a las prácticas y producción de relaciones de poder según Slavoj Žižek, el popular filósofo esloveno, cuyo rostro (con su característica expresión de fastidio), vemos en la playera que usa “Marcos” durante la mayor parte de la cinta.

Una constante tensión de “estira y afloja” entre una postura y otra, entre la razón y la pasión, con las obvias incoherencias y contradicciones que esto implica. Pero a la vez que avanza la noche y con ella la tormenta, vemos cómo la convergencia de este encuentro impacta en lo que ambos consideraban una realidad “incuestionable” para sí mismos, preguntándose si su propia idea del amor, la felicidad y vida, es realmente tan verdadera como cada uno creía, por lo que nadie saldrá de la tormenta de la misma forma en la que entró.

Y al final, nosotros como espectadores, nos quedamos sintiendo un pequeño vuelco de la tempestad por dentro. Sabiendo que a veces, lo que parecía un encuentro fortuito e intrascendente, puede cambiarnos por completo. Disfruta de esta película en Cineteca FICG.

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Pam Rodríguez

Artista plástica, cinéfila y ratón de biblioteca. De vez en cuando, salgo de mi recoveco para darle un vistazo al mundo exterior y juego a ser humano entre personas de todo tipo, para escuchar nuevas historias, más allá de la tinta y la pantalla.

RosaDistrito

En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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