“Euphoria”: Una serie que aborda desde la metáfora una realidad imperiosa

Había retrasado esta reseña porque siento que tengo muchas cosas por decir y que tal vez no sé cómo es la mejor manera de externarlas. “Euphoria” es uno de los proyectos televisivos que más cautivado y reflexivo me ha dejado. Su apuesta en cuanto a la narrativa, los tópicos que aborda y las actuaciones que tiene, son simplemente espectaculares.

Cuando recién se estrenó la segunda temporada, Zendaya, la protagonista, acotaba que la historia podría tocar fibras muy profundas por su crudeza, por lo que pedía a sus seguidores y al público en general que si en algún momento se sentían vulnerables pararan y tomarán un respiro.

“Sé que he dicho esto antes, pero quiero reiterarles a todos que “Euphoria” es para audiencias maduras. Esta temporada, tal vez incluso más que la anterior, es profundamente emocional y trata temas que pueden ser desencadenantes y difíciles de ver. Por favor, mírala solo si te sientes cómodo. Cuídate, yo sé que de cualquier manera eres amado y todavía puedo sentir tu apoyo. Con todo mi amor, Daya”.

Y vaya que tiene razón, toca fibras muy profundas la serie, cada capítulo es como una película donde te ves reflejado de alguna u otra manera, en cuanto a la ansiedad, la búsqueda de la identidad, sobre las relaciones sexo-afectivas, la discordancia con el cuerpo, la sexualidad, las adicciones, la amistad y la codependencia.

Es interesante como el directo Sam Levinson retrata estos temas desde un lenguaje muy contemporáneo donde las recientes generaciones no tienen temor de expresar lo que se sienten, pero sí sienten miedo de cómo desarrollarse en este mundo que puede ser caótico y estremecedor, según la historia de vida de cada quien.

Se ha dicho si es que la serie glorifica la drogadicción, porque es un proyecto que está de moda y que muchos espectadores anhelarían vivir como los personajes, pero no lo creo, la crudeza está latente en cada episodio y dudo que alguien quiera pasar por lo que viven “Rue” (Zendaya) o Cassie (Sydney Sweeney), más bien se identifican porque estos personajes llegan a ser un espejo de los demonios que cada uno puede vivir.

En lo que sí creo que la serie pueda llegar a ser aspiracional es en la estética y la forma en la que desarrollan los personajes sus relaciones amistosas. El diseño de vestuario y maquillaje es padrísimo, cada personaje tiene una peculiar manera de vestir y defender su identidad, en ese sentido “Jules” (Hunter Schafer), “Cassie”, Maddy (Alexa Demie) y Kat (Barbie Ferreira), tiene divertidísimos looks.

Volviendo al tema de la crudeza y desinhibición que presenta “Euphoria” en cada episodio, el director toma las metáforas y las fantasía para aligerar toda la tensión que se produce, para darnos un respiro como espectadores y no sentirnos tan vulnerables, creo que encontró el equilibrio perfecto entre contar una historia fuerte, que te identifica, pero que como todo en la vida, también tiene sus momentos de luz. Toda esta visión del glitter, el humor con el que “Rue” aborda sus debilidades y sus problemas, más la excelente fotografía redondean este proyecto que se siente anecdótico, nostálgico y evocador.

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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