Hablemos de la masculinidad frágil

Estaba en el primer año de secundaria, tenía 12 años y empezaba a comprender la homofobia. En la primaria no me fue tan mal, si bien había comentarios raros sobre mí, fueron seis años tranquilos, todo lo negativo comenzó en mi nueva etapa escolar. Los primeros días me hice de un amigo muy alto, hablábamos de televisión y jugábamos cosas de niños de esa edad. Yo la neta nunca lo vi como alguien que me gustara, al contrario, lo estaba considerando mi amigo, en ese tiempo sí me llamaban la atención los niños, pero más me interesaba jugar.

Un día de buenas a primeras ese “amigo” me dijo que ya no quería juntarse conmigo, que sí, que le caía bien, pero que en el salón le estaban echando carrilla de que éramos novios y pues que él no era joto y no quería que se le pegara… lo joto… y así sin más ya no fuimos compas, yo me sentí muy mal, pero en ese momento justifiqué su decisión, porque quién va a querer que le estén haciendo bullying.

En una fiesta hace algunos años, un conocido estaba cantando la canción de “Muriendo lento” de Belinda y Moderatto –pero discretamente–. Cuando sonaban las frases que cantaba ella, él se callaba, solo cantaba las partes de Jay de la Cueva. Yo me moría de risa, supongo que pensaba que si cantaba lo que decía Belinda, los de la pachanga iban a creer que era gay.

Hace un par de meses mi papá se quedó en mi casa porque iríamos de madrugada a una clínica del IMSS para que le hicieran unos exámenes médicos, cuando se quiso quitar los zapatos para descansar, me pidió unas chanclas y se las llevé, éstas tienen la pata de gallo roja y no se las quiso poner por el color, prefirió quedarse en calcetines, porque qué pena que alguien llegara a mi casa y lo viera con esas sandalias “afeminadas”. Y así puedo seguir contando más anécdotas.

Los hombres heterosexuales –no todos– tienen metido en el subconsciente que si se ponen algo rosa, abrazan a sus amigos, tiene un compa gay, o cantan una canción de una mujer artista, automáticamente su virilidad se rompe, tienen tantos complejos con su parte femenina, que piensan que su masculinidad es de cristal y en cualquier momento se les puede romper.

No los culpo de que hayan crecido con una educación así, yo también fui educado de la misma manera, pero de lo que sí los culpo es de no cambiar su perspectiva de vida y sus valores cuando ya son adultos, porque obviamente la sociedades evolucionan todos los días.

Nos han hecho creer que la feminidad es inferior, debe ser que por eso hay tanta violencia contra las mujeres y la comunidad LGBT. Hemos crecido con la idea de que el hombre feo, fuerte y formal es el que vale, que el que tenga muchas novias refrenda su condición de macho alfa, que un cabrón es que el más coge aunque deje hijos regados por la vida y que las “putas” y los “putos” estamos a sus servicio.

Alguien que es seguro de quien es, no va estar pensando que por usar tal o cual prenda, se va ser gay, además, ¿qué tendría de malo que le comparen con un gay? Si no lo es ahora, no creo que automáticamente se convierta cuando se lo digan. Es como si me dijeran, “pareces heterosexual”, pues a lo mejor sí, pero no lo soy.

Se han limitado tanto los caballeros heterosexuales que no han encontrado otras maneras de amar, de querer, de generar empatía. No estoy diciendo que no son felices con lo que son, tienen y hacen, pero al menos si se dieran la oportunidad de ver a nosotros los hombres gay desde los zapatos de la empatía, se darían cuenta que unas chanclas rojas no te van a convertir en algo que no quieres ser.

“Si Zapata vivo estuviera, en tacones anduviera”.

Imagen de esta columna, pintura del artista Fabián Cháirez.

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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