Las memorias de “Tibu” son su redención, no una revancha

La industria de la música tiene sus claroscuros y eso lo sabe muy bien el español Carlos Vázquez Moreno mejor conocido como “Tibu”, quien fuera manager de grandes bandas y solistas como Los Hombres G, El Canto del Loco, Las Ketchup, Luis Eduardo Aute y otros más. Tras un conflicto legal que lo llevó a la cárcel por delito societario, precisamente por una demanda que le interpuso El Canto del Loco, el también músico ya en libertad y rehaciendo su vida, ha decidido contar su verdad a través de su libro “Memorias de un manager”, no como revancha, pero sí como redención, así lo cuenta en entrevista para Rosa Distrito.

“El libro no nació con la idea de serlo. Por azares de la vida me tocó pasar por prisión, así que el libro nace como un diario que yo estaba escribiendo para matar a los demonios que yo tenía en ese momento. Hasta entonces yo no había tenido ni multas de tráfico, con lo cual yo quiero decir que nunca había pensado que iba a pasar por una situación así. Entonces, para mí era una terapia cada día ir escribiendo qué tipo de sentimientos iban apareciendo en mi vida, pero para darle un poco de luz a algo que era tan oscuro, lo iba mezclando con pasajes de mi vida como músico, luego como manager y después como productor discográfico”, confiesa.

Los últimos 40 años de su vida los dedicó a la música. Y hasta que salió de prisión el libro comenzó a tomar forma. “Salí antes de tiempo porque la jueza de alguna manera reconoció que el juicio no estuvo bien del todo y me soltaron al año y medio de una condena de cuatro años. Y mis amigos, quienes leyeron este diario, fueron los que comenzaron a decirme que lo publicara. Apareció una editorial, Malpaso, y yo firmé pensando que era una editorial española, luego me llevé la enorme sorpresa de que es mexicana, así que el destino ya estaba marcado con este país. Y ellos me ofrecieron la posibilidad de que esto fuera un libro, y ha sido un proceso maravilloso”.

Este libro de memorias, el autor lo presentó recientemente en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). “He participado en distintas presentaciones y coloquios, pero siempre a nombre de un artista, desde un segundo plano. Y esta es la primera vez en mi vida que el protagonista soy yo. Ha sido reconfortante e increíble hacerlo en México, país que para mí representa muchísimas cosas buenas en la vida. No he tenido ninguna experiencia mala en mi vida de todo lo que ha pasado con México, al contrario”.

Destaca que se sentía aterrorizado, “porque salir a hablar de mi vida, pues no soy tan egocéntrico, pero el cariño y el respeto que me ha mostrado el pueblo mexicano, y más ahora, pues me tranquiliza mucho, estoy encantando, nunca hubiera imaginado estar en este recinto (la FIL), el cual es de proporciones gigantescas”.

Más que una revancha tras su paso por prisión, este libro es la redención de “Tibu”, es su verdad. “Es un proceso catártico. Mentiría si no dijera que me encantaría que les fuera mal a todos. Pero lo que ocurre es que no quiero malgastar ni un solo segundo de mi vida, ya tengo 62 años, el reloj empezó la marcha atrás como es lógico, y ya no tengo un solo segundo de mi vida para dedicarlo al odio y al rencor, ya lo que pasó, pasó. El libro me permitió contar mi versión y ahora lo que queda es por delante y a vivir con intensidad, con la misma que es con la que he vivido toda mi vida”.

“Tibu” cuenta su versión, pero también lo que hay detrás de un artista, porque un manager viene a representar ese muro de contención del talento en cuestión. “El público no lo sabe y tampoco tiene porque saber todas las cosas que ocurren antes de que un artista se suba a un escenario. Hay un trabajo intenso de un montón de gente, precisamente para que el artista suba a ese escenario, desde la maquilladora hasta quien le plancha la ropa, el conductor de la camioneta y el manager, etcétera, todos trabajan con el único fin de que el artista tenga sus dos horas de gloria. Entonces, me apetecía contar también la cara B de todo esto y también los entrecejos de la industria discográfica y los derechos de autor”.

Expresa “Tibu” que como en todo negocio, la industria de la música no se escapa de la corrupción. “Donde hay dinero siempre aparece la mano pidiendo, eso ha sido, es y será. Quizá ahora las leyes cada vez se vuelven más cerradas y eso se va restringiendo, pero la época en la que me tocó vivir a mí, como que todo estaba más abierto, inclusive me tocó negociar con políticos que luego llegaron a ser muy famosos en España defendiendo la moralidad y yo ya había tenido experiencias de todo lo contrario con ellos, pero todo forma parte del juego maquiavélico de la industria”.

El fenómeno permea ahora y siempre, “de alguna manera si no es en lana, será en servicios o en otras cosas, pero siempre hay que pagar una mordida sí o sí. Este es un mal hábito tan viejo como la humanidad”.

Y los artistas, ¿siempre suelen ser malagradecidos? “En términos generales, sí. Hay excepciones, pero estas no confirman la regla”. Dice “Tibu” que hay una palabra que define al artista, y esa es “infiel”. “El artista piensa en él todo el rato, es un ombligo gigantesco donde se mira y el manager siempre está en tela de juicio, porque si el artista tiene éxito es gracias a que tiene un talento, pero si no lo es, es porque el manager es un hijo de la chingada, o la disquera (risas), pero él como artista no lo va a reconocer”.

¿Pero por qué “Tibu” seguía en el oficio de manager? Dice que porque siempre ha pensado que cuando el público aplaudía, el 30% de esos aplausos sentía que se los daban a él, “y me he sentido muy reconfortado porque es como criar a un niño, al que de repente lo ves que está creciendo y lo ves ahí arriba, hasta que se licencia de la universidad y tú formas parte de eso, pero indudablemente también es un negocio”.

“Tibu” sigue interesado en la industria musical, no descarta el regresar. “La industria me sigue echando de menos, ha cambiado radicalmente con la aparición del mundo digital, ahora es otro concepto, pero ese viejo manager sangrón de la vieja escuela que presiona todo el rato y que negocia, digamos que quizá yo soy el último de esa estirpe. Y aunque algunos me detestan, no dejan de valorar que gracias a que yo he estado ahí, insistiendo, pues muchos artistas han desarrollado su carrera”. Pero no deja de reconocer “Tibu” que las nuevas generaciones de empresarios en el sector de la música vienen muy bien preparadas.

Resalta que para quienes estén interesados en formar parte de esta industria, deben de tener mucha paciencia y constancia, “la paciencia la tienes que tener con el propio artista, quien es una gran montaña de sentimientos, y tienes que estar para entenderlo, torearlo y dirigirlo, además, el artista necesita tener su espacio para dedicarse solo a eso (a ser artista)”, para todo lo demás, para negociar sus contratos y “sacar su basura” está el manager, y “si te pillan con esa basura, dices que es tuya, nunca que es del artista. Y cuando llega el momento, que llega, pues ser indudablemente el malo de la película”.

Hay un dicho que refiere que uno vale más por lo que calla que por lo que cuenta y “Tibu” está de acuerdo. “Como parte de nuestra profesión, nos debemos al secreto de confesión, así que si yo contara todo lo que sé, escribiría una enciclopedia británica, sería de muchos tomos, pero en este libro he contado los pecados confesables, los inconfesables me los guardo para mí, pero algún día a lo mejor alguien aparece con un cheque enorme y no lo sé… todos tenemos un precio, pero de momento no”, finaliza.

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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