Melissa McCarthy demuestra que el drama se le da y bien en “¿Podrás perdonarme?”

Y previo a la celebración de la entrega 91 del Oscar que es este domingo, se estrena otra de las cintas que aspira por la estatuilla dorada, se trata de “¿Podrás perdonarme?” (Can you ever forgive me?), protagonizada por la estrella Melissa McCarthy, quien está nominada en la categoría de mejor actriz por esta película, donde además también figura en las ternas de mejor actor de reparto para Richard E. Grant y mejor guion adaptado.

En el filme, Melissa McCarthy interpreta a Lee Israel, la famosa biógrafa de best sellers (y amante de gatos) que se ganó la vida en las décadas de los años 70 y 80 escribiendo semblanzas de gente como Katherine Hepburn, Tallulah Bankhead, Estée Lauder y la periodista Dorothy Kilgallen. Cuando Lee ya no podía conseguir que la publicaran porque ya no estaba en sintonía con el mercado, convirtió su manifestación artística en engaño, incitada por su amigo leal Jack (Richard E. Grant).

Lee Israel en tiempos apremiantes maquinó algo extraordinario en su mente y en su pequeño departamento en Manhattan: palabras y ocurrencias falsas, pero ingeniosamente creíbles, de figuras legendarias que admiraba. Repentinamente, al ser capaz de ganarse la vida vendiendo cartas falsas de celebridades a coleccionistas, Israel se sumergió en una vida de crimen, robo y engaño.

La historia del auge y caída de Lee Israel como falsificadora literaria es una que podría parecer disparatada si un guionista la hubiera inventado —pero de verdad sucedió. En el 2008, la misma Israel relató sus infortunios en sus memorias autocríticas y de humor agudo “Can You Ever Forgive Me?”.

Melissa McCarthy interpreta el papel de Israel —un papel muy disímil a cualquiera de su repertorio cómico. La aclamada realizadora Marielle Heller, junto con un gran equipo de colaboradoras femeninas, incluyendo las productoras Anne Carey y Amy Nauiokas, la guionista Nicole Holofcener, la editora Anne McCabe y mucho talento bajo la línea, llevan la inesperada y en ocasiones sorprendentemente conmovedora historia de Israel a la pantalla.

Por debajo de esas mentiras traviesas y trasgresoras yace una historia más personal —la de una solitaria marginada, amante de los gatos y bebedora, cuya vida se volvió más emocionante con cada persona que engañó. Israel, inspirada por una reverencia que les tenía a los canallas literarios que estaba imitando, le entró al juego de la falsificación con un sentido de estilo.

Al hallar el éxito en el mercado con sus falsificaciones perfectas, Israel obtuvo finalmente validación por sus pasiones excéntricas, incluso si la atención más embebida que consiguió fue por parte del FBI. Pero cuando su negocio se le empezó a salir de las manos para que ella lo pudiera manejar sola, trajo a un cómplice al esquema, el estafador callejero Jack Hock. Siempre solitaria, Lee tuvo que aprender a compartir su vida con otra persona.

A Heller le encanta que Lee Israel no es la típica protagonista femenina, al ser un antihéroe que rompe el perdurable molde de los antihéroes masculinos descarnados. “Siento que las películas tienen todos estos personajes masculinos complicados y maravillosos que pueden ser muy toscos y moralmente ambiguos, y jamás lo cuestionamos”, comenta. “Así que tener una historia protagonizada por una mujer que es compleja, que es una persona difícil y que comete crímenes, pero que también es enérgica, inteligente, ingeniosa y ambiciosa, me parece emocionante”.

Con respecto a interpretar a Israel, McCarthy comenta: “He generado un apego tal a Lee, que quiero que la gente la vea por todo lo que fue: por su talento, su inteligencia, su ingenio punzante y excepcional, pero que también vea sus circunstancias difíciles, sus defectos, su corazón roto, su ira. Quiero que la gente la quiera tanto como yo”.

Lee Israel nunca imaginó una vida de pobreza y crimen. En los días estimulantes del Manhattan de la década de los 70, era una biógrafa reconocida con grandes aspiraciones. Sus dos best sellers (biografías bien recibidas de la estrella de cine Tallulah Bankhead y la reportera del mundo del espectáculo Dorothy Kilgallen) le valieron la entrada a la escena literaria fanfarrona de Nueva York.

Pero cuando su tercer libro, una biografía de Estée Lauder, fue un fracaso, un bloqueo de escritor hizo efecto, y en un abrir y cerrar de ojos, la vida de Israel dio un giro de 180 grados. En una nueva era de mega best sellers y autores “con nombres comerciales”, Israel era una persona non grata. Su agente no tomaba sus llamadas, las invitaciones a fiestas lujosas dejaron de llegar y no podía conseguir trabajo. Al poco tiempo, se encontraba viviendo en la miseria, rodeada de libros mohosos de una época olvidada y con su amado gato Jersey.

Mientras se deslizaba hasta tocar fondo, Israel no podía comprender cómo una escritora con su talento pudo haber caído tanto —pero entonces las cosas se pusieron peor. Incapaz de pagar una visita de emergencia al veterinario para su gato, Israel sabía que algo tenía que ceder. Vendió todo lo que le pertenecía de valor, incluyendo una carta original firmada por Katherine Hepburn. Los 200 dólares que recibió por la venta de ese escrito sembraron una semilla en la mente de Lee. El destino intervino mientras estaba investigando a la pionera del cine y teatro cómico Fanny Brice para una nueva biografía.

Después de descubrir (y, a la postre, robar) dos cartas escritas por Brice en la librería pública, que después vendió a un coleccionista, Israel tramó una idea maliciosa. Crear más cartas para mantener el flujo de efectivo. Y, por consiguiente, comenzar su nueva carrera en la falsificación literaria sofisticada.

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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