La película alemana “El salón de profesores”–nominada al Oscar como Mejor Filme Internacional– la cual es dirigida por İlker Çatak, es un drama intenso que representa muy bien a las sociedades contemporáneas en cuanto a los juegos de poder y la cultura de la cancelación, donde un hecho por más mínimo o irrelevante que parezca, se magnifica y se extrapola.
“Carla Nowak” (Leonie Benesch) es una joven maestra idealista, quien en su primer trabajo en una secundaria en Alemania, parece tener una comunicación relajada con sus alumnos, pero ésta se vuelve tensa cuando una serie de robos ocurren en la escuela y una fuerte investigación lleva a acusaciones y desconfianza entre padres indignados, colegas con fuertes opiniones y estudiantes enojados.
Así que atrapada en medio de estas dinámicas complejas, “Carla” intenta mediar, pero en el proceso se enfrenta sin piedad a las estructuras y la política del sistema. Cuanto más intenta hacer lo correcto, más desesperada se vuelve su posición.
Leonie interpretando a esta profesora te crea una tensión al instante, la cual no te suelta incluso cuando ya acabó la película. El personaje está en un estrés constante que traspasa la pantalla y los espectadores comenzamos a sentir todas las emociones que vive la maestra, quien tiene que lidiar con chantajes, burlas, opiniones confrontativas y actitudes groseras de niños malcriados.
La cinta desarrolla muy bien tópicos que son parte del siglo XXI como la cultura del odio, la información manipulada y la constante intención de que rueden cabezas, de sentirnos inquisidores al creer que tenemos la razón, que somos jueces porque somos incapaces de reconocer que también nos equivocamos y que de un momento a otro también podemos estar en el banquillo de los acusados.
Con “El salón de profesores”, el director İlker Çatak, crea una obra sin concesiones y llena de matices sobre la institución como microcosmos de sociedad. El filme es un interesante estudio de la dinámica del poder, con temas como la verdad, la justicia, el racismo, el respeto, la cultura de la cancelación y los derechos de los niños, que demuestra cómo los individuos se desgastan entre posturas encontradas.
