Pasan los días y seguimos sin aceptar la muerte de “Nairobi” (Alba Flores), la cual sucedió en la cuarta temporada de “La casa de papel”. Y es que este personaje ha sido tan memorable que sin duda ha marcado un antes y un después en la construcción de los personajes femeninos tan empoderados que ahora vemos florecer tanto en cine como en televisión.
“La puta ama” nos ha dejado un legado, que el matriarcado está tomando el liderazgo en el mundo y que esto ya nadie lo para. Pero como “Nairobi”, también hay otros roles femeninos sumamente atractivos en este proyecto de Netflix que, hoy por hoy es un fenómeno de masas. Tenemos por ejemplo a “Tokio” (Úrsula Corberó), quien a través de su impulsividad y esa energía sexual que vibra, nos pone de manifiesto que las mujeres son dueñas de sus emociones y sus cuerpos y nadie debe, ni puede limitar sus espíritus libres.
Pero también está “Estocolmo” (Esther Acebo), empática y apacible pero con un carácter de hierro; la representación de la diversidad viene con Belén Cuesta en el rol de “Manila” a quien seguramente veremos en apogeo en la quinta temporada. Y también está “Lisboa” (Itziar Ituño), analítica y arrojada, pero tampoco no podemos olvidar a la policía “Alicia Sierra” (Najwa Nimri), la gran villana de esta historia, muy cojonuda como dirían en España.
Hace unas semanas, previo al estreno de la cuarta entrega, platicamos con Migue Amoedo, director de fotografía de la serie y quisimos conocer sus impresiones sobre lo bien dibujados que están los roles femeninos en el proyecto.
“Estamos inmersos en la nueva realidad que hay en España y en el mundo entero, el empoderamiento de la mujer ya es una cosa que está fuera de toda cuestión, simplemente es reflejarlo. Y efectivamente, trabajamos nosotros a los personajes de una manera muy realista, porque en el fondo, lo más realista que tenemos es el mundo de las emociones y en ese sentido las mujeres son especialmente empáticas a la hora de hacer frente a las situaciones, por eso nos funcionan también los personajes de Esther, Úrsula y Alba, porque el espectador enseguida se quiere asociar con ellas. Y digamos que son afluentes de emoción que llevan mucha fuerza en la historia”.
Destaca que el trabajo de los guionistas ha sido naturalmente orgánico cuando se trata de describir las acciones de los roles femeninos, “nos dan mucha gasolina estos personajes femeninos que tenemos, nos gustan mucho y los trabajamos muy a gusto en sus sub tramas”.
Un proyecto redondo
Sobre el éxito masivo de “La casa de papel”, Migue sigue sin creer aún los alcances que ha tenido el proyecto. “Nunca pensé que una serie española pudiera llegar a tanta gente y con esa dimensionalidad que ha adquirido. Nosotros damos lo mejor que podemos dar, somos gente de España que tenemos nuestra forma de hacer las cosas y sobre todo las hacemos con mucha ilusión y mucho esfuerzo. Estamos encantados de que a la gente le guste lo que hacemos y esperamos que sea así durante mucho tiempo”.
Parte del éxito de un proyecto de estas magnitudes son sus diversas piezas como la estética, el color, la acción, el suspenso y la escenografía, aspectos importantes que detonan la magia en pantalla. “Esta cuestión me implica muy personalmente. Llevo como 14 años haciendo series y durante ese tiempo llevaba diciendo que siempre hacia la misma serie, en el sentido de que era un trabajo en evolución donde las cosas que no me funcionaban en una, dejaba de aplicarlas en la siguiente, ponía piedra sobre piedra, y al final con ‘La casa de papel’ se ha dado el boom internacional. Pero sí que es verdad que hemos establecido un nuevo sistema de trabajo, una metodología que ha elevado el nivel estético de la serie”.
Señala que a nivel visual la serie tiene una estética tan poderosa, que hace que la gente se interese, en inicio, por comenzar a verla, “ahí es muy importante el trabajo de diseño, de colorimetría, del lenguaje cinematográfico de la serie”. En esta cuarta entrega el sello está vinculado a la estela de la fiesta brava.
“Que en México sí se entiende y tiene que ver con el oro y grana, que son los colores del traje de luces (del torero). Y para mí en estas dos últimas temporadas era hablar del color oro (sobre el robo que están haciendo los personajes al interior del banco de España) y del rojo (el sello característico de la serie). Entonces, todo ha estado tirado hacia esa dirección. Luego reforzamos el carácter totalitario de la imagen, como el expresionismo alemán que nos traducía muy bien la idea de un sistema frente a la libertad de los individuos y el sistema opresor que nos funcionaba muy bien como antagonista”.
También subraya el método de grabación, “buscamos que la cámara esté muy cerca de los personajes con angulares y en contra picada y eso le da una dimensión más épica y enfática a los personajes”.
Inspirado en la creatividad de los cinefotógrafos mexicanos
Las series españolas han sido todo un suceso en Latinoamérica sobre todo por esa estela de suspenso con la que se desarrollan, el país europeo ha marcado un estilo en ese aspecto, pero para Migue, parte de su trabajo como director de fotografía, también viene de la inspiración que siente por el trabajo creativo de Emmanuel Lubezki y Rodrigo Prieto.
“Yo me siento inspirado por los cinematógrafos mexicanos, porque creo que ellos han hecho una realidad paralela a Hollywood. Para mí son grandes referencias y muchas de las cosas que aplico en mi cinematografía, las he aprendido viendo sus películas, como las técnicas de luz integradas, el manejo de cámara en mano, o los angulares que usó Emmanuel Lubezki en ‘El Renacido’”. Recuerda que cuando vio “Amores perros” quería salir del cine, no porque la película no le haya gustado, sino porque quería asimilar y entender toda la visceralidad y creatividad que había visto.
