“The Crown” y el enorme poder y castigo de la mesura

Una de las lecciones más importantes que me ha dejado “The Crown” es que no hacer ni decir nada, es un trabajo cansado y agobiante, que no reaccionar ante tal situación tanto para bien o para mal es un veneno que hay que tragarse y que solo alguien estoico, o con dominio sobre sí mismo, puede afrontar esa tarea que resulta ser una carga verdaderamente pesada.

No había tenido la oportunidad de ver este proyecto de Netflix, pero gracias a las fiestas decembrinas me aventé las cuatro temporadas de un jalón y estoy muy complacido con lo que vi, que gran trabajo de producción, recreación y escenografía. Además hay que decir que las interpretaciones de Claire Foy y Olivia Colman como la reina Isabel II son excepcionales. Lo mismo con el trabajo histriónico de Matt Smith, Tobias Menzies, Vanessa Kirby y Helena Bonham Carter.

La transición de la reina Isabel II es muy interesante, con Claire se ve asustada por la responsabilidad, su jovialidad representa su lado más humano, pero desde la interpretación de Olivia vemos a una mujer que se ha hecho de un caparazón imponente para preservar las reglas de la corona, aunque los miembros de la familia continuamente pequen de ser seres humanos, porque claro que lo son y cometen errores como todos.

En la cuarta temporada hacia el final de la década de los 70, entramos de lleno al universo de Diana (Emma Corrin) y Carlos (Josh O’Connor), uno de los episodios de la familia real que más nos intriga y nos apasiona. Para este momento la reina Isabel y su familia se empiezan a preocupar por la línea de sucesión.

Y para ello deberán encontrar a una novia apropiada para el príncipe Carlos, quien sigue soltero a los 30 años. Mientras la nación comienza a sentir el impacto de las políticas de la primera ministra Margaret Thatcher (Gillian Anderson), la primera mujer en ocupar este puesto, la relación tensa entre ella y la reina empeora significativamente cuando Thatcher lleva al país a la guerra por las Islas Malvinas, lo que genera un conflicto.

Mientras el romance de Carlos con Diana Spencer ofrece el cuento de hadas perfecto para mantener unido al pueblo británico, puertas adentro del palacio, la familia real está cada vez más dividida. Es maravillosa la interpretación de Gillian como la primera ministra, me encanta que los personajes femeninos sean los más poderosos y con más matices. También hay que decir que Emma entrega una actuación bastante cándida y naif y no puede evitar sentirme enamorado de Josh O’Connor su personaje parece tan vulnerable que quieres ir a protegerlo, pero después cambia la cosa. Qué gran proyecto televisivo, ya estoy listo para la quinta temporada.

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Kike Esparza

Soy un periodista apasionado del cine, la música y la moda. Tengo una obsesión por contar las horas y estornudar una y otra vez cuando tengo que tomar una decisión. Quiero ser como Carrie Bradshaw.

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En este blog Kike Esparza habla desde su experiencia, 12 años en el periodismo le han permitido adentrarse y disfrutar de tópicos como el cine, la música, la moda y la diversidad. Rosa Distrito es el espacio que disfrutamos todos.

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